Elecciones 2016
Los candidatos tendrán que reñir contra todo. Será una competencia muy dura y muchos se quedarán en el camino. Aunque todavía son precandidatos, es seguro que en su mayoría estos serían los candidatos oficiales que representen a sus partidos Para fines de enero ya tendríamos a los cuatro que pelearían la primera vuelta
La carrera de cara a las elecciones del 10 de abril ya empezó. Si bien es cierto la candidatura oficialista parece inocua, la taimada y maquiavélica inteligencia de Nadine no.
En ese sentido, el haber descartado a Urresti y Ana Jara por los casos Bustíos y “Pañales”, respectivamente; no son ajenos a la estrategia de la Primera Dama por buscar impunidad a través de una coraza congresal, llegando a la sede de Abancay encabezando una lista del Nacionalismo y así mantener su inmunidad. No hay otra lectura de este tema.
Sin embargo preocupa que el elegido haya sido Von Hesse, una figura técnica, con poca sinergia política, sin muchos logros en la actual gestión, con poca simpatía electoral y que difícil pueda atraerle al Gobierno esos votos que necesitaría Nadine para llegar al Congreso.
Por tal motivo, para muchos especialistas e inclusive para líderes de la oposición, resultará muy importante a partir de ahora la transparencia del aparato estatal en estas contiendas presidenciales, lo cual va a representar en la sociedad civil atenderla con acuciosidad para no mancharlas. El nacionalismo con solo Nadine y sin un importante bloque parlamentario, sería en vano para su blindaje.
El actual comportamiento del Gobierno en investigaciones contra los suyos deja mucho que desear, y a decir de los precedentes y credenciales con las que asumen estas elecciones, podemos preocuparnos por el accionar de la maquinaria estatal que arrasará de seguro con todo para lograr su cometido.
¿Qué podremos esperar de los candidatos de la oposición? Mucho. Un debate abierto sobre temas de interés para los ciudadanos, estrategias sólidas para captar a un electorado muy joven que significa casi el 38 por ciento de los votos, y sobre todo las alianzas para articular esfuerzos unificados hacia un mismo objetivo país. Más claro, hay muchos candidatos pugnando la presidencia de la República y el votante merece las mejores opciones, aunque sean pocas, antes que un largo listado de oportunidades.
Es una buena oportunidad para un lenguaje liberal o de moderada derecha. Algo que podría gustar como novedad es un discurso duro contra la delincuencia. La izquierda estaría otra vez perdiendo desde el saque inicial su oportunidad para gobernar. La centro izquierda será una vez más, el espacio que cobije a los potenciales postulantes.
Criticar al Gobierno no será la única variante para llegar al Gobierno. Se necesitará más que eso. Aunque tener a Marisol Espinoza en sus filas podría representar para cualquier agrupación, un buen canal para recaudar votos.
El elector ilustrado querrá oír qué se hará para crecer en la economía, reducción de la pobreza y las propuestas concretas para la ansiada reforma del Estado.
El electorado de a pie, el más grande y masivo, solo quiere escuchar cómo acabar con la inseguridad, más empleo y la lucha contra la corrupción. Por ello hay que tener presente en todos los candidatos propuestas que linden entre populismo y demagogia, frente a lo real y viable. Todos tendremos que ser celosos guardianes de cada propuesta.
Es seguro, y aquí coincidimos todos, estas elecciones serán muy reñidas, nada atípico para la cultura electoral peruana, pero si excesiva en agravios y destapes, pues la ciudadanía estará pendiente desde los candidatos, sus planchas y los integrantes de sus listas al Congreso. El rol del periodismo será decisivo.
Por ahora hasta enero creo que solo se mandarán indirectas variopintas carentes de fuego. Es decir no habrá artillería pesada. La prensa se encargará de poner en agenda a algunos enanos y de eliminar a otros. Unos cuantos puyazos, uno que otro tuitazo con espinas. Nada que los excite y los exalte. No se matarán todavía. Con toda seguridad, no habrá outsider.
Para principios de año tendremos a tres o cuatro que serán los perfilados. Los de ahora en las encuestas si valen, pero no en la ubicación que andan. Para ese momento la fotografía será otra. Inclusive sin definir, sabiendo que en el Perú se elige al candidato recién en la cola minutos antes de votar.
No habrá ideologías ni doctrina. Ganará el que se sacuda de la corrupción. El que te diga sin remilgos cómo terminar con la delincuencia. La inteligencia para sintonizar con el clamor del pueblo y las propuestas para el público adolescente será finalmente quien marque la diferencia, y llegue al Gobierno el 2016.
Que corran las apuestas, que prevalezca la transparencia y por supuesto, que gane la democracia.