#ElPerúQueQueremos

Reconocemos al Frente Amplio por su votación en las últimas elecciones, pero también reconocemos que no es un voto medido por el sistema militante de un trabajo a largo plazo de una izquierda todavía débil,

¿Cuál izquierda queremos?

Queremos una izquierda unificada, genuina, democrática y participativa, que responda a los verdaderos intereses del país, y no solo a intereses personales de líderes efímeros.

Publicado: 2016-04-21


La izquierda peruana inició su representatividad el siglo pasado a través de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Haya de la Torre innovó el ideario programático postulando un partido que tenía acciones basadas en el anti imperialismo, la nacionalización de tierras e industrias, y la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo; con lo que logró encajar en el estamento de la demanda única de la ciudadanía, especialmente en la clase obrera, manufacturera y estudiantil.  

Todo lo contrario a José Carlos Mariátegui (JCM), quien trasladó a través del Partido Socialista el pensamiento comunista europeo en su total génesis económica, política y social, defendiendo una organización social en la que no existía la propiedad privada, ni la diferencia de clases, esperando así la distribución de los bienes de manera equitativa por parte del Estado hacia la sociedad. En lo único que innovó JCM fue en incluir no solo al proletariado sino también al campesinado. Sin embargo Rusia no era Perú, es más Europa no era Perú. Tuvo miles de adeptos porque la utopía siempre fue el ideal afín al sentimiento de nuestra política, y creo, de todas las políticas.

Con la muerte de JCM, la izquierda se expandió. El aprismo, con Haya caudillo ya en América Latina, se diseminó en su pensamiento, se modernizó, se legalizó y se afianzó en la sociedad y política peruana.

La izquierda inició su atomización y diversificación producto de la mala interpretación y explicación de los más cercanos e inclusive de JCM, y claro está, de sus fervientes epígonos. Entonces corrientes como el comunismo, el socialismo, el anarquismo, el marxismo, el leninismo, inclusive hasta tendencias que admiraban la Revolución Cubana y la etérea dicotomía entre China y Moscú, comenzaron a formar un archipiélago de partidos y movimientos, uno más distante que el otro, lo que diversificó el menú socialista peruano. En los setenta Velasco lo popularizó y luego Abimael Guzmán, más confundido que nunca, y sin deslindes de la izquierda intelectual, se inició su satanización.

Es en los años ochenta donde se marca un hito histórico para la izquierda, liderados por Alfonso Barrantes, nace la Izquierda Unida (IU), lo que unificó un solo pensamiento proyectado por una plataforma originaria que JCM postuló. Entonces ganaron la alcaldía de Lima y otras tantas a nivel nacional. Se masificó, el pueblo volvía a tener protagonismo, la representatividad de la clase luchadora estaba siendo reconocida. Nada ni nadie podría dividirlos. Pero si derrotarlos. El partido aprista una vez más fue su verdugo. La izquierda a partir de ese momento, sería de nadie.

Su volatilidad de pensamiento, su poca comprensión de la realidad peruana, su negación a modernizarse, su desunificación y desintegración, sus apetitos personales y caudillismo en algunos de sus líderes efímeros, y su poca fraternidad para sus electores, hicieron que la izquierda pasara a jugar en las ligas menores. El Fujimorismo sería dueño de los noventa, la democracia ya no le importaba al pueblo.

La derecha encontró una vez más cobijo entre la población, el lobo vestido de cordero fortaleció la dictadura fujimontesinista, entonces la economía peruana se derechizó. Nada cambió desde entonces, primero el Neoliberalismo, después todo sus tentáculos capitalistas, hasta hoy 2016. Por eso resulta cínico de la izquierda atribuirse ser la solución ante la derecha fujimorista cuando fueron ellos quienes la germinaron, amamantaron y nos la legaron.

Los rezagos de la izquierda se camuflaron en las oenegés y en los ambientes académicos, era hora de pensar, escribir y publicar, algo que resultaba más fácil que ejecutar, ministrar y gobernar. Solo la SUTEP y la CGTP buscaban reivindicar derechos, pero estaban solos y anticuados. Entonces, buscaron sin experiencia alguna hacernos saber cómo se gobernaba, la crítica en ristre, la solución en cada palabra, bonito discurso, pero la ciudadanía recelosa ya andaba en otras.

Luego vino Villarán aventurera, el despertar de un sueño de años aletargado, duró poco, su triste gestión les devolvió el somnífero.

Mal hacen los líderes de la izquierda moderna el atribuirse el voto del sur del 2001 con Toledo, del 2006 y 2011 de Humala y el actual de Verónika y Santos. El voto del sur es de protesta ante el sistema centralista, ante el Estado que no lo reconoce, ni lo cuenta ni lo mira. Si bien es cierto es un voto de izquierda, ese voto es acusador y de protesta, no es ideológico ni partidario.

Reconocemos al Frente Amplio por su votación en las últimas elecciones, pero también reconocemos que no es un voto medido por el sistema militante de un trabajo a largo plazo de una izquierda todavía débil, poco organizativa, sino más bien es un voto conferido por Guzmán, Acuña y el aprista que dejó de serlo. Además de un pueblo andino cansado y excluido que muy pronto entrará en revuelta directa hacia el pensamiento egoísta del limeño.

Si Verónika Mendoza no comprende que su 18% no es por su ideología sino por ella o por otros factores, estará condenada a ser una más de la lista histórica de los líderes de izquierda que quisieron pero no pudieron y que hoy referimos líneas arriba. Grandiosa oportunidad la que tiene con más de 20 congresistas, en oposición al fujimorismo político o económico (cualquiera que gane la segunda vuelta), con un electorado expectante y dispuesto a darle lealtad a una ideología nueva, renovada, inclusiva y constructiva.

Bienvenida la nueva izquierda que deberá empezar a construirse, pensando en un discurso y plataforma democrática válida y consistente, unificada y enfocada en los verdaderos intereses del país a nivel nacional, en la lucha contra la pobreza y la igualdad social, especialmente de la sierra central y el sur, dejando atrás la actual izquierda limeña snob, la que se sienta a pensar y jugar al académico desde un Starbucks, aquella muy posera que cree que ser anti fujimorista, vegana, anti taurina y pro gay es progre. Hermoso momento, el ideal para que deje de ser movilizadora y ambientalista desde una cómoda y reconfortante laptop, tecleando a través de una red social ideada y maquinada por el sistema capitalista que ellos mismo despotrican a diario.

¡Qué extraordinario momento!, ojalá no se le vaya otra vez de las manos…


Escrito por

Carlos Javier León Ugarte

Periodista, melómano y obsesivo lector. Adicto al jazz y un furtivo amante de The Beatles. Lucho por el medio ambiente y amo a Universitario de Deportes.


Publicado en

Incorrectamente Político

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