Las ideologías en el Perú, como en todas partes del mundo no han evolucionado. Estas si han entrado en variantes de manera natural, sin proponérselo, sin idearios, sin plataformas nuevas. Solo exigidos por la presión mediática de la naturaleza del voto ciudadano, quien las puso en cada cierto tiempo al mando del poder.

La derecha en el Perú es más light, es mejor aceptada e incluso gobierna no porque sea más social e igualitaria, sino porque el ciudadano se ha adaptado al libre mercado, a la comprensión de diferenciaciones sociales, al conservadurismo, al liberalismo y a sus componentes políticos y económicos.

La izquierda tampoco ha cambiado, sigue siendo utópica, sigue creyendo admirablemente en la igualdad social, en la responsabilidad del Estado y de la propiedad pública ante sus ciudadanos, y en todos los enfoques progresistas que conlleven a una mejor oportunidad de convivencia.

El cambio de gobierno ha originado sin duda un nuevo poder político manejado absolutamente por la derecha, tanto por PPK en el ejecutivo y por Fuerza Popular en el legislativo; aunque aparezcan como contrarios, son más cercanos de lo que parecen, los une la economía y las políticas públicas, dos factores clave para la gobernabilidad. Quizá solo los aparte el revanchismo de uno y el liberalismo del otro, pero son siameses ideológicos, una la derecha populista, la otra la derecha económica.

Las demás fuerzas a excepción de la izquierda son adaptables a la derecha. Coquetean con ambas, juegan su propio partido por sobresalir y por reorganizase para volver a ser las principales fuerzas políticas de años pasados. Eso les mantendrá entretenidos por mucho tiempo en estos cinco años.

La izquierda actual no tiene más que cierto poder solo en el Congreso. Aunque por ahora se encuentre dividida. Esta izquierda quedó en un expectante tercer lugar, no porque ideológicamente sea representativa, sino principalmente porque el anti fujimorismo y el anti aprismo los fortaleció y le concedió el honor de representarles. Hoy, cinco meses después, el escenario no es el mismo.

Ante ello, el anti fujimorismo que sigue intacto y mediático en la opinión pública y en los medios de comunicación, apoderados de diversos factores coyunturales, buscan crear la idea razonable de la confrontación política entre el Ejecutivo y el Legislativo, pues de aquello, la izquierda buscará ganar réditos para fortalecerse, para rehacerse, para tentar mejor suerte que las que le tocó en las últimas elecciones. Sino solo háganse la simple pregunta ¿A Quién le favorecía un eventual cierre del Congreso? ¿Al Fujimorismo, al Gobierno? Sin duda a ninguno de los anteriores. Por ello la reacción de PPK fue brillante.

Lo que no esperaba la izquierda era la intervención del poder político de derecha más antiguo de la civilización: La Iglesia, que a través de Cipriani tiene su propia agenda política, y por supuesto, intereses sociales y religiosos únicos con el objetivo de brindarle un efectivo relanzamiento de branding a la marca Iglesia Católica Peruana, que les permita creer a los ciudadanos, que tienen “Una iglesia conciliadora, facilitadora, y que pone los interés del pueblo antes que de cualquier otro”.

La guerra ideológica en el Perú sigue en pie, aunque sus protagonistas no lo crean o no lo vean tanto así. Mientras tanto creo que veremos en los próximos días a los dos poderes de derecha (Ejecutivo y Legislativo) mejor organizados para conciliar y sacar temas comunes adelante, siempre y cuando no aparezca la sombra del indulto a Fujimori, lo cual le daría otra brillante oportunidad a la izquierda y al anti fujimorismo mediático, para contra atacar de nuevo.