A diferencia de otras contiendas municipales, ésta es quizá de las pocas atractivas para el elector limeño. Esto pasa quizá por el desencanto de la política que ha venido decayendo con el pasar de los años, además de sumarse la crisis de Lava Jato y Lava Juez que salpicó a casi todas las tiendas políticas del país.

Además se debe agregar la disputa entre el Ejecutivo y Legislativo, la cual ha penetrado en el desánimo de los electores at más atizando aún más el descreimiento de sus instituciones y de la política en general.

Solo por estas semanas a pocos días de realizarse las elecciones y luego del primer debate, el público elector comenzó a calentarse con el tema, opinando y compartiendo con mayor afán que fechas previas e interesarse por el candidato ideal, aunque no lo haya. Quizá por la necesidad propia de elegir a un candidato aunque sea el poco mejor, se ha levantado el interés por rebuscar entre lo que hay, para diferenciar a quien tenga menos polvo y grasa para decidirse u optar por este.

Precisamente el descontento propio de nuestras elecciones hace una vez más presagiar que nada está dicho, un voto desinteresado, sin pasión, sin ganas, probablemente concluya en una situación alarmante y crítico.

Según la última encuesta de Datum, el orden de los candidatos que venían repuntando se alteró un poco, tal es el caso de Renzo Reggiardo y de Ricardo Belmont quienes con un discurso pobre lideraban la contienda ante el descontento y desinterés de los electores. Ahora que se crea más interés por estos días, estos candidatos comienzan a bajar en las preferencias.

Urresti quien ascendió con poco, podría ser demolido en la última semana, al ser el más expuesto ante los medios, la denuncia de falsificación de firmas de su partido, además de enfrentar a la justicia sobre el caso Bustíos que será resuelto coincidentemente a solo tres días antes de las elecciones. Lo que de seguro originará el ascenso de algunos candidatos interesantes que estaban desplazados y con mejores propuestas como Muñoz, Velarde, Beingolea y Cornejo.

Pero el tema más interesante es que en esta encuesta los votos en blanco, alcanza un 4.8%, nulo y viciado, 15.5% y no sabe no opina, 19.3%. Considerable para la marcación final lo que tal vez no encuentre representatividad al concluir la votación.

Aún más significativo de esta muestra es que el 46% aún no ha decidido su voto. De ellos, el 35% se definirá por una opción el mismo 7 de octubre y el 40%, en la última semana antes de sufragar. Interesante porcentaje para entender el sentir del votante.

Una de las grandes dificultades que encontrará la mayoría de votantes, quienes deciden en el último momento, será que no hallará el rostro de su candidato debido a que está poco informado o poco interesado, pues el símbolo e icono del partido, en muchos casos siendo un movimiento o partido nuevo, se le hace lejano o poco conocido entre los electores, lo que lamentablemente inducirá a un alto porcentaje de votos quizá no deseados.

En ese sentido, partidos como Somos Perú y Acción Popular, agrupaciones emblemáticas en contiendas municipales, donde su marca todavía guardan familiaridad podrían tener un mejor resultado ante esta situación. Lo mismo sucedería con partidos que generan muchos anticuerpos como el Apra y FP que podrían mermar en su resultado global.

Unas elecciones que tal vez pasen al olvido, una elección municipal que tal vez para mucho no tenga representatividad ante la gran cantidad de candidatos y votos atomizados entre tantos, para algunos una disputa aburrida a diferencia de otros años, lo cierto es que la política pareciera ser cada vez más ajena para los electores, cosa curiosa que no pasa para los propios candidatos, quienes si se muestran muy interesados ya que cada región o distrito presenta una gran cantidad de participantes, aunque siempre con pocas o nulas propuestas.

Los partidos políticos una vez más tienen la palabra. Ojalá los votantes elijan con conciencia.